En esta ocasión el cuento reinventado es la historia de dos niños muy curiosos, Hansel y Gretel. La trama de esta historia es en el área de Piñones, aquí en Puerto Rico. ¡Que disfrutes!
Hansel y Gretel eran unos niños que vivían en un campo de Utuado. Un día su padre decidió hacer un pasadía en la playa, ya que los niños nunca la habían visto. Fue así que Hansel y Gretel llegaron junto a su papá hasta la playa de Piñones.
Desde el auto, Hansel y Gretel estaban sorprendidos con todo lo que tenían a su alrededor. Había palmas muy altas y frondosas plantas de uvas playeras. También estaba el hermoso mar y muchos kioscos donde vendían cosas para comer. Había muchas cosas nuevas para explorar y no sabían por dónde empezar. Una vez cerca del área del balneario su padre les dice:
-“Niños, bájense del auto aquí en la entrada en lo que yo busco estacionamiento. ¡Por favor! Manténganse justos y no se muevan de aquí para poder encontrarlos cuando regrese”.
Y así Hansel y Gretel se bajaron del auto para esperar por su padre.
-“¡Qué bonito lugar!” – Comenta Gretel.
-“¡Sí! Ya no puedo esperar para comenzar a ver todo lo que hay aquí en la playa”. –Le responde Hansel a su hermana.
En lo que esperaban a que su padre regresara, los hermanos comenzaron a recoger de los coloridos caracoles que veían en el piso.
– “Gretel, ya no quedan más caracoles en esta área. Tenemos que buscar caracoles un poco más al frente”.
-“¡No!” –Responde Gretel. –“Recuerda que papá nos pidió que nos quedáramos aquí”.
-“¡Tengo una idea!” –Dice Hansel. – “¿Qué te parece si antes de alejarnos un poco, dejamos un rastro de galletas, para así poder regresar al lugar en el que nos dejó papá?” – Y fue así que Hansel convenció a su hermana Gretel de alejarse de donde su padre los había dejado. Caminaron un poco, y luego un poco más. Al cabo de un rato, se percataron de que estaban demasiado lejos de donde su papá les había dejado. Tanto así que no lo alcanzaban a ver con la vista.
-¿Y ahora cómo regresamos? –pregunta Gretel
-“¡Sencillo! Sólo debemos seguir el rastro de galletas que dejé”. – Responde Hansel.
Pero para su sorpresa, ya no podían ver ni el lugar donde los dejó su padre, ni el rastro de galletas. ¿Qué había pasado con las galletas que ya no estaban? ¡Se las habían comido las gaviotas y los cangrejos! Ya no tenían manera de regresar por el mismo camino. Hansel y Gretel deciden caminar un poco más para ver si encontraban a alguien que les pudiera ayudar.
Algo en el ambiente les llamó la atención, y es que los hermanos percibieron un fuerte olor a comida. Hicieron un esfuerzo por identificar de dónde venía el olor, y fue así que encontraron una pequeña casita.
Esta casita era muy diferente a todas las que habían visto antes. Estaba construida completamente a base de frituras. Las columnas de la casa estaban hechas de crujiente masa de alcapurria y las brillantes paredes y ventadas habían sido diseñadas con masa de bacalaítos fritos. También la casita tenía un techo que fue hecho con una deliciosa masa de pastelillos.
Hansel y Gretel, tenían tanta hambre que comenzaron a comerse la casa y olvidaron que estaban perdidos. De repente fueron sorprendidos por una anciana fritolera.
-“¿Qué hacen niños? ¡Se están comiendo mi casa!”
-“Discúlpenos señora” – Respondieron Hansel y Gretel a la anciana. – “Es que estamos perdidos y tenemos mucha hambre”.
La anciana invitó a los niños a pasar dentro de su casa y vaya sorpresa. La anciana fritolera, resultó ser una bruja que enseguida encerró a Hansel en una jaula y a Gretel la obligaba a trabajar. La bruja quería comerse a Hansel, por eso, todos los días intentaba engordarlo dándole de comer alcapurrias y bacalaítos de desayuno, almuerzo y cena. Todos los días, la bruja le pedía a Hansel que sacara su dedo de la jaula para ver cuánto este había engordado. Hansel, aprovechando que la bruja estaba medio ciega, en vez de sacar el dedo, este sacaba un huesito de un muslo de pollo que había encontrado en el suelo.
Ya la bruja se había cansado de esperar a que Hansel engordara, así que decidió que se lo comería tal y como estaba. La bruja ordena a Gretel que calentara su olla fritolera. Como Gretel sabía lo que tramaba la bruja, esta fingió que no sabía cómo hacerlo. Cuando se acercó la vieja, Gretel la empujó hacia una gran palangana de masa de bacalaítos. Al salir la anciana de la palangana, como no podía ver, se tropieza y cae dentro de la olla fritolera con aceite caliente. La bruja terminó convertida en un grande y bien tostado bacalaíto. Así Gretel libera a su hermano y ambos salen huyendo de la casa de la bruja.
Una vez Hansel y Gretel se encuentran con su padre, estos deciden que desde ese día en adelante, siempre comerían saludable y harían ejercicios para que ninguna otra bruja intentara comérselos. Además, también decidieron que serían más obedientes a su padre. Así todos vivieron felices por siempre. (Todavía Hansel y Gretel comen alcapurrias y bacalaítos, pero ahora con menos frecuencia).