Los cuentos clásicos reinventados continúan, no creas que me olvido. Esta vez la historia es de una chica con el cabello muuuy largo y saludable: Rapunzel. Lo que encontrarás a continuación es la versión de esta servidora, payasa Agapita.
Cuentos reinventados: Rapunzel
Había una vez, en un campo muy apartado, una pareja que desde hace mucho deseaba ansiosamente tener un bebé. Un día inesperado, la mujer sintió esas señales peculiares del embarazo, por lo cual se alegró mucho y le dio la gran noticia a su esposo. La finca de ellos colindaba con otra, la cual estaba rodeada por muchas verjas. En su interior había un bello jardín con muchas flores preciosas, además de una siembra de frutos exóticos. Nadie se atrevía entrar allí porque era difícil la entrada y porque vivía una doña muy pero que muy malvada.
Un día, mirando hacia el terreno de la doña, la mujer embarazada se fijó en una planta de cundeamor cargadita de la fruta. A mala hora lo vio porque le dio un antojo terrible. Le insistió tanto a su esposo que a él no le quedó más remedio que meterse a la finca de la doña, al caer la noche, y tomó un cundeamor.
Pero los antojos aumentaron, y para evitar el mal de ojo de la embarazada, el esposo decidió volver a la finca a recoger más cundeamor. Pero tan pronto entró y estaba a punto de agarrar la fruta, se encontró de frente con la doña: “¿Eres tu el pillo que me está vaciando la plantita?” le gritó furiosa. El hombre sí que entró en crisis, porque tras que tenía que bregar con los antojos del embarazo de su esposa, también lo mangó la doña mientras se tumbaba la fruta exótica. A él no le costó mas remedio que explicarle el motivo de su intrusión.
Entonces la doña dijo, (sospechosamente muy calmada): “Si eso que me dices es verdad, dejaré que recojas las frutas que quieras, pero a cambio me tienes que dar ese bebé tan pronto nazca. Mis hijos ya crecieron y se fueron, y me dejaron sola. Así que ahora yo criaré a ese bebé y seré como su madre”. El hombre estaba con un susto tan grave que aceptó sin pensarlo (tanto nadar para morir en la orilla). Cuando su esposa dio a luz, una niñita muy hermosa, la doña llegó a su casa y se la llevó.
Esa niña era muy linda y se llamaba Rapunzel. Cuando cumplió doce años, la doña la encerró en una torre en lo más apartado de su finca. Esa torre no tenía ninguna puerta ni escaleras, sino que tenía una ventana pequeñita. Cada vez que la doña quería subir a lo alto de la torre, se paraba bajo la ventana y gritaba:
¡Rapunzel, Rapunzel, suelta el cabello que te voy a ver!
Rapunzel tenía un abundante cabello largo, dorado como el sol. Lo mantenía fuerte y sedoso utilizando productos para el cabello hechos por una cubana que siempre tenía la respuesta para cualquier problema de belleza 😉 (comentario ochentoso). Y siempre que la chica escuchaba a la doña, se soltaba el pelo, lo ataba en una larga trenza y lo dejaba caer al piso. Entonces la doña se enganchaba y se subía hasta la ventana. Un día un galán, que cabalgaba por el campo, pasó por la finca y escuchó una canción tan gloriosa que se acercó para escuchar. Esa que cantaba era Rapunzel. Atraído por una voz mucho más melodiosa que la de la Chimoltrufia, el joven buscó entrar a la finca pero todo fue en vano. Lo único que veía era verjas y mas verjas. Sin embargo, la canción lo había tocado tanto, que lo hizo regresar a la finca todos los días para escucharla. Pensaba que si se acercaba bien, podría grabarla para subirla a youtube, que se volviera viral y que participara en alguno de los realities de canto.
Uno de esos días en que él iba a escondidas, vio a la doña acercarse a los pies de la torre. El joven curioso se escondió detrás de un árbol para observar y la escuchó decir: “¡Rapunzel, Rapunzel, suelta el cabello que te voy a ver!” Rapunzel soltó su larga trenza y la doña se enganchó y trepó hasta la ventana.
¡Matanga dijo la changa! Bueno, algo así dijo el galán, con la intención de treparse luego él. Al día siguiente, cuando cayó la noche, brincó la verja y llamó:
¡Rapunzel, Rapunzel, suelta el cabello que te voy a ver!
Sin perder tiempo, el muchacho se trepó. Rapunzel, cuando lo vio, se asustó pero él le explicó que se enamoró de su dulce voz mientras cabalgaba por allí cerca. Entonces Rapunzel olvidó su temor (recuerda que siempre había vivido allá arriba y no le enseñaron eso de “no saludes a los extraños”). El joven le preguntó si quería ser llevada a un reality show, a lo cual ella accedió sin pensarlo. Ya ella estaba hasta el tepe de verlos por la televisión y no poder participar por estar encerrada (y ensorrada) en la torre.
El chico la visitaba todas las noches para ver los realities juntos y twitear a los que eliminaban. La doña, que subía solamente durante el día, no sabía nada… Hasta que un día, la doña bajaba trabajosamente por la trenza y oyó a Rapunzel quejarse de que ella pesaba más que “el galán”. La doña reaccionó gritándole: “Ahhh!!! Con que tienes visitas nuevas, ah??? Ay ya, la mas social”. Furiosa, la doña recortó el cabello de Rapunzel al nivel de los hombros. También la dejó abandonada en otro monte mucho más lejano (donde no llegaba ninguna señal de televisión) para que meditara en la soledad.
Cuando volvió a la torre, la doña se ocultó tras un árbol de aguacate hasta que vio llegar al joven y llamar a Rapunzel. Con el enojo que tenía, la doña salió del escondite y le gritó: “Perdiste a Rapunzel para siempre, para siempre, para siempre… Jamás volverás a verla”. Eso entristeció al muchachito, quien ya tenía la fecha de una audición para llevar a Rapunzel. Luego, la doña le echó gas pimienta al joven, dejándolo ciego.
Incapaz de volver a su hogar, el chico sólo daba vueltas por el campo aquel. Al raaaaato, por casualidad, llegó al solitario lugar donde la doña había dejado a Rapunzel. Al escuchar la melodiosa voz, se dirigió hacia ella. Rapunzel rápido lo reconoció y se puso muy contenta de verlo. Luego le echó leche a los ojos del muchacho para que se le fueran los efectos que quedaban del gas pimienta. De inmediato sus ojos volvieron a brillar y pudo volver a ver como antes. Entonces, felices por encontrarse nuevamente, los dos se fueron a una audición, pasaron y participaron de un exitoso reality dirigido a las artes musicales. De más está decir que Rapunzel ganó. 😀
FIN