Las nuevas tecnologías cambian las reglas
Este nuevo milenio nos ha sorprendido con una cantidad de tecnologías que cambiaron la manera de hacer las cosas en el diario. Los más adultos ven los cambios sucedidos pero los niños no conocen cómo era la vida antes de todo esto.
Recuerdo cuando era chiquita y ponía a sonar los discos de pasta (en especial el disco del cuento de Hansel y Gretel). Luego con los cassettes me ponía a grabar la radio y hacer mixes. Ahora tengo un iPod más pequeño que un LP que contiene infinidad de canciones y otras funciones.
Antes los trabajos de la escuela se hacían en papel de argolla; ahora la norma es hacerlos en computadora. Antes se hacían dibujos e ilustraciones de la asignaciones; ahora uno las busca por google.
¿Cómo una tecnología puede cambiar algo “tradicional”?
Los otros días escuchaba yo por la radio que los niños pudieran estar perdiendo destrezas al usar un iPad en vez del tradicional papel. Utilizaron de ejemplo la acción de colorear, y que en un iPad el niño no tiene la experiencia de sacarle punta a la crayola cada vez que la punta se pusiera bota.
Me parece extremista considerar que una nueva tecnología ya esté a punto de anular una función que aún se sigue realizando. ¿Acaso se dejó de escribir a mano cuando surgió la maquinilla? ¿Acaso se dejó de caminar cuando se inventó la bicicleta? Las nuevas tecnologías complementan las acciones que realizamos. Y si llegara el punto en que lo nuevo anulara lo antiguo, debemos preguntarnos con qué propósito realizamos las cosas, y no asustarnos porque algo ya no se realice de una manera para ahora hacerse de otra.
Es preciso aclarar que cuando bajamos apps para el uso de los niños en nuestras computadoras, iPads o smartphones, es necesario saber si éstas están diseñadas para ellos. Debemos conocer cómo funcionan, qué propósito educativo tienen y si están a un nivel apropiado para el menor. Hay muchas cosas chéveres por ahí, y no debemos limitarnos por el miedo al cambio.